La contaminación por plomo presenta varias vías de entrada, una de ellas es a través del agua que bebemos contaminada por las cañerías fabricadas en plomo, hoy en día prohibidas, del aire que respiramos cuando lo llevamos a la fusión por combustión de gasolinas o a través de los alimentos que ingerimos si estos ya han sido contaminados en su proceso de elaboración.
En el pasado, reconocidos artistas y pintores, al estar en contacto a diario con sus pinturas, se contaminaron adquiriendo enfermedades como la sordera de Goya o incluso la locura de Van Gogh, que llegó a cortarse su propia oreja en uno de sus ataques.
En la Edad Media, hay datos de las altas mortandades, causadas por el uso frecuente de los cubiertos y utensilios que empleaban en el día a día, ya que acumulaban en sus organismos el metal pesado con el pasar de los años.
La enfermedad asociada al plomo es el Saturnismo o Plumbismo, tal y como se denomina en la “Lista de Enfermedades Profesionales de la Organización Internacional del Trabajo”, en la Recomendación 2003/670/CE, de 19 de septiembre de 2003 y, por supuesto, vigente en la legislación española con el Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre, por la que se aprueba el cuadro de enfermedades profesionales en el “Sistema de la Seguridad Social”.
El plomo, potencialmente, puede afectar a todos los órganos y sistemas de los seres vivos, en especial a los sistemas nerviosos, originando retraso mental, nacimientos prematuros y retrasos en el crecimiento, anemia, incremento en la presión sanguínea, daño en riñones, abortos espontáneos, agresividad, sordera, ceguera, entre otras.
La mayor acumulación en el organismo es en pelo, uñas y huesos, en el torrente sanguíneo produce el Síndrome de Fanconi, provocando una anemia excesiva, hígado y riñones, y en el cerebro, zona del hipocampo, deteriorando neuronas y con lo que relaciona enfermedades neuronales como el Alzheimer.
En el medio ambiente, puede producir malformaciones, mutaciones y cambios en el comportamiento de los organismos, tanto acuáticos como terrestres, por bioacumulación en sus respectivos ecosistemas ya que el plomo no se desintegra ni desaparece, sino que pasa a la cadena trófica en forma de sales de una manera rápida, sencilla y silenciosa.
En el caso de que este metal se encuentre en mar, el proceso de oxidación y producción de sales tóxicas se acelera, ya que está en contacto directo con el agua salada.
En plantas y algas es absorbido por los rizomas y raíces, en los invertebrados filtradores, herbívoros y organismos bentónicos proporciona mayor acumulación. Los organismos pelágicos como el zooplancton o fitoplancton lo asimilan del proveniente de la superficie acuática, donde se deposita después de la combustión de carburantes y su posterior precipitación.
Los estudios toxicológicos realizados en los glaciares, extrayendo y datando las capas de hielo, se observa una cantidad de 10 pico gramos en 1 gramo de hielo en 1780. Después de 200 años, en 1980, se encuentran 200 pico gramos en la misma cantidad de hielo, refiriendo a la era de la revolución industrial y sus consecuencias ambientales.
En los peces se acumula en branquias, hígado, riñones, músculos y huesos, haciéndolo por ingesta, respiración o a través de la piel, contaminándose en pocas semanas.
“…Clemens et Al, dosificaron ánades reales adultos con 5 perdigones del nº6 y realizaron seguimiento de las aves durante 20 días, observando pérdida de peso, diarrea verde, anorexia, debilidad y comportamientos anómalos. Los niveles de plomo fueron medidos detectando altas concentraciones en huesos, hígado, riñones y sangre.”
“…Cook y Trainer, dieron a un grupo de 10 barnaclas canadienses dosis de entre 2 y 200 perdigones por ave, la dosis letal se situó entre los 4 y 5 perdigones, siendo la muerte entre los 39 y 72 días posteriores a la ingesta……”
Potencialmente, puede encontrarse en cantidades elevadas, concentraciones de plomo en tierras donde suele haber actividad cinegética frecuente o en lugares donde se masifica la pesca con caña, entre otros. En zonas donde hay actividad aeroportuaria, la primera capa superficial, tanto de tierra como de agua, existen altas concentraciones de plomo debido a los residuos de los escapes de la combustión o en los puertos y dársenas por su frecuente uso en marinería o mecánica.
En el caso del medio acuático, estas concentraciones pueden pasar a la cadena alimentaria a través del fitoplancton y el zooplancton ó incluso por las fanerógamas y algas, cuando reabsorben las sales para su nutrición. Luego, peces juveniles y pequeños organismos ingieren estos microorganismos y plantas contaminadas, que con el paso de los años y la frecuencia pueden provocar alteraciones morfológicas o comportamentales.
Asimismo, los predadores primarios y secundarios siguen acumulando esas concentraciones del metal, en su alimentación y así sucesivamente pudiendo pasar a la cadena trófica, y potencialmente llegar a nuestros organismos de forma silenciosa.
El plomo en estado puro es estable y su oxidación es lenta. Lo que realmente contamina y es altamente tóxico y venenoso son las sales que produce. Cerusita (PbCO3), Hidrocerusita (Pb(CO3)2(OH)2), Anglesita (PbSO4), sus derivados y un largo etcétera.